La moderna teoría de juegos ayuda a la toma de decisiones en un marco de trabajo muy amplio, particularmente en situaciones conflictivas en las que los protagonistas tienen intereses antagónicos, pero tales que la solución individual depende de las decisiones estratégicas tomadas por cada uno. 

Los resultados de la toma de decisiones racionales en estas circunstancias, pueden ser sub-óptimos, tales como los que se obtienen para los conflictos conocidos como dilema del prisionero. Evitar estos resultados requiere de incentivos que convenzan a todas las partes de elegir acciones cooperativas, las que permitirán alcanzar mejores resultados para todos los protagonistas.  La moderna teoría de juegos es capaz de modelar estas situaciones ofrecer un conjunto de normas que una vez establecidas lleven a los participantes a alcanzar resultados eficientes sin presiones externas.

 En la medida en que un juego se repite los participantes tienen oportunidad de aprender de sus propios errores y obtener resultados mejores. La teoría de juegos evolutivos permite introducir el aprendizaje como fundamento para la toma de decisiones, lo que muestra la posibilidad de que las estrategias más eficientes terminen por ser también las que paulatinamente se van imponiendo. La teoría de juegos evolutivos considerada inicialmente como un modelado para la selección natural, se extiende al ámbito social y económico en los que la presión natural que hace que la especie más adaptada al medio ambiente termine por imponerse, es sustituida por la elección racional, que implica el aprendizaje y la posibilidad de cooperación.

Procesos evolutivos que implican, la imitación de las estrategias más exitosas seguidas por los protagonistas de un conflicto, son posibles de ser modelados por la llamada dinámica del replicados originalmente introducida por Maynard Smith para el estudio de la evolución de las especias y la pervivencia de mutaciones. Aplicada a la sociedad y a la economía muestra la evolución posible de un conflicto repetido, en el que los participantes tienen intereses antagónicos y son capaces de aprender.